Soltar a la crítica interna: El camino hacia una versión más compasiva de ti"
Exploramos cómo la autocrítica, más que la ignorancia o la falta de herramientas, puede ser el verdadero obstáculo al crecimiento personal. Desde una mirada integrativa, este artículo profundiza en cómo cultivar una relación interna más amorosa y efectiva, liberándonos de la versión de nosotros que nos juzga por no ser "mejores".
Marina Garay
6/3/20256 min read


Soltar a la crítica interna: El camino hacia una versión más compasiva de ti
"Igual, la versión de mí que tengo que dejar ir no es aquella que no sabe cómo ser mejor, sino aquella que me regaña por no serlo."
Esta frase, tan poderosa como reveladora, nos confronta con una verdad que muchas personas ignoran en su camino de desarrollo personal: a veces, el problema no es lo que no sabemos hacer, sino cómo nos tratamos por no hacerlo. En el intento de ser mejores, más productivos, más sanos, más sabios, muchas veces arrastramos con nosotros una voz interna que juzga, presiona, y avergüenza.
Desde una perspectiva de psicología integrativa —que une lo emocional, lo cognitivo, lo corporal y lo espiritual— este artículo se propone desarmar esa voz crítica y sentar las bases para una transformación profunda: dejar de luchar contra una versión de ti que necesita aprender, y empezar a despedirte de la versión de ti que no sabe acompañarte en ese proceso.
1. La ilusión del "yo mejorado" como objetivo
Vivimos en una época en la que el crecimiento personal y el "desarrollo interior" están de moda. Libros, cursos, redes sociales, podcasts... todos parecen girar en torno a cómo mejorar, sanar, avanzar, desbloquear. Sin embargo, esta narrativa bienintencionada muchas veces se convierte en una trampa: la idea de que “deberíamos estar más avanzados”, de que “algo en mí está mal porque no lo he logrado”, de que “si no me exijo, me estanco”.
Aquí aparece una figura interna muy conocida en psicoterapia: la crítica interna. Esta voz, que muchas veces adoptamos desde la infancia como mecanismo de supervivencia, no suele hablar desde la compasión ni desde el deseo genuino de evolución, sino desde el miedo, la vergüenza y el perfeccionismo.
2. La crítica interna: una herencia disfrazada de exigencia
Para entender a esta parte interna que nos “regaña por no ser mejores”, es útil preguntarnos: ¿de dónde viene? ¿A quién le pertenece originalmente esa voz?
En la psicología del trauma y del apego, se entiende que muchas de nuestras voces internas críticas son introyecciones: formas de pensar o sentir que adoptamos de figuras significativas (padres, profesores, hermanos) en momentos vulnerables de nuestra historia. Por ejemplo:
Un padre muy exigente que te valoraba solo por tus logros.
Una madre que te comparaba con otros niños.
Un sistema educativo que premiaba la perfección y castigaba el error.
Una experiencia de abandono que te llevó a pensar que “si soy mejor, me van a querer”.
La crítica interna aparece como una estrategia para evitar el rechazo, el abandono o la vergüenza. Su lógica es: “Si me exijo lo suficiente, no fallaré. Si no fallo, nadie me dejará de querer.”
Pero el precio es alto: nos tratamos como enemigos en lugar de como aliados.
3. El mito del auto-ataque como motor del cambio
Una de las creencias más persistentes es que necesitamos ser duros con nosotros mismos para avanzar. El famoso “me tengo que dar caña” o “si no me obligo, no haré nada”. Esta creencia parte del mito de que el sufrimiento y la culpa son motivadores efectivos. Y aunque en el corto plazo puede parecer que funciona, la ciencia dice otra cosa.
Estudios en neurociencia afectiva y psicología compasiva (como los de Kristin Neff) muestran que la autocompasión está mucho más relacionada con la resiliencia, el rendimiento sostenido y el bienestar que la autocrítica. La voz interna dura genera más cortisol (hormona del estrés), nos desconecta de nuestro cuerpo y mina la motivación intrínseca.
En cambio, cuando alguien se habla a sí mismo con amabilidad y comprensión, se activa el sistema de seguridad y cuidado, lo que facilita el aprendizaje, el ensayo y error, y la persistencia.
4. Psicología integrativa: un enfoque que une cuerpo, emoción y conciencia
Desde la mirada integrativa, no se trata solo de cambiar pensamientos negativos por positivos. Se trata de reconocer las partes de ti que están atrapadas en dinámicas antiguas de miedo, vergüenza o exigencia, y permitirles actualizarse.
Esto implica:
Escuchar al cuerpo, porque muchas veces la crítica interna genera tensión muscular, ansiedad, insomnio o problemas digestivos. El cuerpo no miente.
Explorar las emociones subyacentes a la autocrítica: miedo a no ser suficiente, tristeza por no haber recibido validación, ira por la presión interna.
Contactar con partes internas: a través de técnicas como el IFS (Sistema de Familia Interna), podemos empezar a dialogar con esa voz crítica en lugar de dejarnos dominar por ella.
Crear nuevas formas de presencia con uno mismo: más lentas, más conscientes, menos adictas a la mejora constante.
5. ¿Y si no necesitas mejorar, sino cuidarte más?
Este cambio de mirada no implica conformismo ni resignación. No se trata de decir “ya estoy bien así, no necesito cambiar nada”. Se trata de pasar del castigo al cuidado como motor del cambio. Porque solo desde la seguridad se puede explorar el mundo y expandirse.
Una pregunta clave para trabajar esto en consulta es:
¿Desde qué lugar quiero cambiar? ¿Desde el miedo a no ser suficiente o desde el deseo amoroso de estar mejor?
Cuando el punto de partida es el miedo o la vergüenza, cada paso se vuelve una lucha. Pero cuando el punto de partida es la compasión, cada paso es un acto de cuidado.
6. Herramientas para soltar a la parte que te regaña
A continuación, algunas prácticas concretas que pueden ayudarte a trabajar este proceso:
A. Escribirle una carta a tu voz crítica
Ponte en contacto con esa parte que te regaña. Escríbele desde el yo adulto:
¿Qué le agradeces? (quizás te ayudó a sobrevivir o a esforzarte)
¿Qué necesitas de ella ahora?
¿Qué ya no es útil de su forma de hablarte?
B. Practicar el "diálogo interno consciente"
Cuando sientas que surge la crítica (por ejemplo: “no hiciste nada hoy, qué vaga”), responde conscientemente desde otra parte:
“Hoy necesitaba descansar. Mi valor no depende de cuánto produzca.”
Hazlo en voz alta o por escrito. Lo importante es que empieces a crear nuevas rutas neuronales de autocompasión.
C. Meditaciones de autocompasión
Existen muchas prácticas guiadas que trabajan la voz interna desde la meditación y la respiración. En especial, puedes buscar las de Kristin Neff, Tara Brach o Jack Kornfield. Estas prácticas ayudan a identificar y relajar el sistema nervioso cuando entra en modo “auto-ataque”.
D. Visualizaciones de la versión compasiva de ti
Imagina cómo sería esa versión de ti que te sostiene en vez de exigirte. ¿Cómo te habla? ¿Cómo te trata cuando te equivocas? ¿Qué te dice cuando te sientes perdida/o? Repetir esta imagen genera un nuevo referente interno.
7. El duelo de la exigencia: dejar ir la identidad que se mide por logros
Este proceso no es solo práctico. Es también emocional y simbólico. Implica un duelo: el de la identidad que has construido alrededor de “ser mejor”. A veces, no queremos dejar de ser exigentes porque creemos que eso nos define o nos ha dado valor. Pero llega un punto en el que esa versión de ti ya no te protege, sino que te limita.
Soltarla implica:
Aceptar que no siempre sabrás cómo avanzar.
Dejar de ser quien complace o impresiona a los demás.
Abrirte a una identidad más flexible, más humana, más real.
8. Una nueva forma de estar contigo: la ternura como revolución
Al final, la verdadera transformación no se trata de llegar a una versión perfecta de ti. Se trata de aprender a estar contigo en todas tus versiones: cuando aciertas, cuando fallas, cuando aprendes, cuando te caes, cuando dudas.
Y ese es quizás el mayor acto de amor propio: ser hogar para ti, incluso cuando no sabes cómo hacerlo mejor.
Conclusión: no es que no sepas cómo ser mejor, es que no necesitas regañarte por no serlo
Volvamos a la frase inicial:
"Igual, la versión de mí que tengo que dejar ir no es aquella que no sabe cómo ser mejor sino aquella que me regaña por no serlo."
Esta frase es una invitación a cambiar de paradigma. A dejar de luchar contra ti y empezar a caminar contigo.
A dejar atrás el látigo y abrazar el lazo.
A mirar a tu yo actual con ternura, porque él también está aprendiendo.
Y a recordar que mejorar no es una obligación, sino una consecuencia natural de sentirte segura/o, amada/o y aceptada/o.
No necesitas saberlo todo.
No necesitas tenerlo todo resuelto.
Solo necesitas empezar a tratarte como tratarías a alguien que amas.
Ahí empieza el verdadero cambio.
